La devastación de la huelga de misiles iraníes de anoche se extiende media cuadra en un vecindario residencial en una ciudad no lejos de Tel Aviv, que el ejército israelí nos ha pedido que no identifiquemos.
Varias casas yacen en ruina completa, una maraña de escombros y vigas. Otros, que todavía están en pie, están atrapados con metralla, ventanas explotadas. Los escombros se dispersan a través del pavimento y los autos aplastados se sientan torcidos como latas de coca derretida, todo testimonio de la fuerza violenta de la explosión.
Este tipo de destrucción es una vista familiar para aquellos que viven bajo bombas israelíes, ya sea en Gaza, Líbano o Siria. Pero para los israelíes, las casas aplastadas en la ciudad son terriblemente nuevas.
Las autoridades dijeron que un hombre y una mujer fueron asesinados en esta huelga, que penetró en la cúpula de hierro de Israel y tuvo un impacto anoche. Muchos más resultaron heridos.
Los trabajadores de los rescate pasaron gran parte de la noche buscando sobrevivientes. La policía israelí publicó una fotografía de un bebé rescatado de los escombros.
Un grupo de trabajadores municipales de una ciudad vecina recorrió el sitio, con los trabajadores de rescate con preguntas sobre cómo habían manejado la situación. En un cordón de la policía, docenas de israelíes se reunieron, esforzándose por ver mejor el daño.