Desde Alemania, pasando por Estados Unidos y Japón, sus novelas están siendo devoradas. ¿Está el mundo maduro para dar cabida a tus obras?

No me ocupo de otra cosa que no sea mi obra de escritor, ni vivo la vida social. Así que no puedo pensar en nada más que en que mis libros sólo pueden ser los que me hagan valorar en el mundo; Más concretamente mis obras. Pero no puedo juzgar lo que aprecian en ellos.

¡Pidamos un poco de autorreflexión!

Me dan asco los mediocres, la ceniza y el fraude furtivo. Estoy disgustado del mercado. No me importa lo que el lector de la época desee de un libro, mientras que encuentro que el lector de la época misma está infinitamente abandonado. No hay respuesta a sus propias preguntas, si fuera así, bueno, el lector conmigo encontrará este hecho del fracaso.

Sus escritos suelen ser malos. ¿Es usted pesimista o más bien racional?

No encuentro este papel excepcional en mis libros. Por ejemplo, La estupidez, que escribo a menudo, se alivia mucho con la luz monocromática. Más bien diría que tengo héroes que tienen una opinión deprimente del mundo y que están muy presentes en mí. Pero creo que soy justo: son tanto como yo en mis obras como ellos en la vida.

¿Estás acostumbrado a algo en la vida?



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