Lo que está en juego: 90 mil millones de dólares ya pagados por los importadores estadounidenses, acuerdos comerciales con socios en todo el mundo, miles de millones más por venir y el delicado equilibrio de poder entre la Avenida Pensilvania y el Capitolio.
La primera mitad de los argumentos orales estuvo llena de tensión, cuando los jueces expresaron un profundo escepticismo en cuanto a que la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional alguna vez tuvo la intención de servir como un arma comercial multiuso.
Los jueces parecieron estar de acuerdo en que la “doctrina de las cuestiones importantes”, que requiere que el Congreso otorgue autoridad clara y explícita para acciones ejecutivas radicales, podría aplicarse en este caso. Tanto los jueces conservadores como los liberales presionaron al procurador general de Trump, Jonathan Sauer, sobre por qué la administración sostiene que los aranceles no son impuestos y por qué no son los estadounidenses quienes en última instancia los pagan.
Sauer, argumentó que la cuestión no se refiere al “poder del Congreso para imponer impuestos” sino a la autoridad del presidente para regular las potencias extranjeras.
“El hecho de que aumenten los ingresos es sólo incidental”, dijo sobre los aranceles, al tiempo que enfatizó que la “doctrina de las cuestiones importantes” “no encajaba bien” en el caso.









